“En ocho días podrán ver en directo mi suicidio”. Decir algo así en un informativo de una cadena de televisión está claro que no deja indiferente a nadie. Ya te tomen por loco o quizás más en serio, cada uno que reciba este mensaje dará una respuesta. Y si hablamos de audiencias, ¿cuál es la reacción más lógica que pueden ofrecer?
En la
película Network aparece la respuesta. En este filme, de 1976, aunque tiene una vigencia actual asombrosa, se refleja el poder que algunos medios de comunicación, como la televisión, tienen en la formación de la opinión pública así como en la vida diaria de los espectadores. Y además, cómo los medios depende totalmente de la audiencia. En esta relación de dependencia mutua, no se podría decir muy bien quién es el elemento dominante. Si las empresas informativas no tienen audiencia, no obtienen beneficios. Pero por otra parte, los medios tienen la capacidad de conducir a los espectadores en su día a día formándoles la opinión con sus contenidos.
Sin embargo, el mayor peligro que destaca la película es la competitividad agresiva en el mundo mediático. Una cadena como la ficticia UBS de la película, que no cuenta con éxito en ninguno de sus programas, debe plantearse la reestructuración de la empresa. Por ello, para ser más competitivos deciden eliminar de la plantilla de informativos al veterano presentador Howard Beale (interpretado por Peter Finch). Es entonces cuando éste decide comunicar en directo su despido y su suicidio en ocho días.
Las cifras de
rating aumentan de manera impensable desde ese momento. La audiencia dio su respuesta: se interesó por la cadena, al igual que el resto de medios de comunicación que tomaron el hecho como noticia. Los directivos, viendo el éxito del comunicado del presentador, deciden sacarle partido y convertirlo en el “
profeta de la actualidad”, dejándole minutos de pantalla para vociferar de los medios y de la vida. Pero la audiencia es exigente y pronto se cansa de las novedades. Así que el programa dejó de tener éxito y Howard era de nuevo un problema para la cadena, que no duda en contratar a terroristas para asesinarlo.
¿Hasta dónde son capaces los medios de comunicación para conseguir audiencia. Está claro que en el mundo de la televisión, como de otros medios de comunicación, el que no lucha no gana. Pero ¿vale todo por conseguir la victoria o misión? ¿Es aceptable cualquier contenido banal con tal de que entretenga? “El televisor es el Evangelio” y además, “un circo” y “una fábrica de matar el aburrimiento” donde nos dicen “lo que queremos oír”. Howard grita todo esto, pero el peligro para la cadena aparece cuando se le escucha. ¿Conviene para los medios que nosotros como espectadores analicemos más allá sus estrategias y nos rebelemos?
La respuesta, según la película, parece evidente: no. En un panorama tan competitivo donde casi todo está inventado, conseguir audiencia es complicado y aún mucho más si tienes en tu cadena a un profeta que termina declarando que estamos deshumanizados y que el ser humano no lo está haciendo bien. Habrá entonces que dejar a los medios ser nuestro espectáculo que nos mantenga distraídos, eso parece. ¿Es tan malo saber que la estrategia de cualquier medio es conseguir mucha audiencia dándole “lo que quiere”? ¿O tendremos que levantarnos como Howard y decir: “estoy más que harto y no pienso seguir soportándolo”?